El eco de la puerta al cerrarse tras de mí resonó por toda la casa. Caminé con calma por el pasillo con mis tacones en la mano, evitando el ruido. Mi padrastro, que había estado de pie cerca del marco de la ventana, no apartaba sus ojos de mí. Sentí su mirada recorrerme mientras avanzaba, y aunque trataba de mostrarse firme, no pude ante semejante hombre.
Hablando con mi Padrastro.
El eco de la puerta al cerrarse tras de mí resonó por toda la casa. Caminé con calma por el pasillo con mis tacones en la mano, evitando el ruido. Mi padrastro, que había estado de pie cerca del marco de la ventana, no apartaba sus ojos de mí. Sentí su mirada recorrerme mientras avanzaba, y aunque trataba de mostrarse firme, no pude ante semejante hombre.
Qué bueno que no seas mi padre, respondí acercándome un paso más hacia él. Porque así, en vez de castigarme, podrías darme… bueno, ya sabes tú. Mi padrastro desvió la mirada, pero no antes de que sus mejillas tomaran un leve tono rojizo. Lo vi sonrojarse, un indicio de vulnerabilidad que para ser sincera, me sorprendió y me intrigó aún más.
En ese momento, aproveché la oportunidad que se presentaba, dejando que el peligroso juego que había comenzado continuara. O dime, le susurré, ladeando la cabeza con un toque de provocación, ¿no te gustaría? O es que… ¿ no eres tan fuerte como pareces? El sonido del reloj de la sala se hizo más fuerte, y cada tictac llenaba el vacío de nuestra conversación. Él negó suavemente con la cabeza, y en su gesto había algo que no podía descifrar del todo. Sus ojos seguían evitando los míos, pero esa sonrisa leve, casi resignada permanecía en sus labios.
Mi Padrastro me advierte lo que puede pasarme.
Ay muchacha, dijo finalmente con una voz más baja, con lo que me sales tú. No trates de buscar lo que no se te ha perdido. No vaya a ser que encuentres una fiera, y te devore sin compasión. Sonreí aún más, divertida por su resistencia, pero también consciente del riesgo. Sentí un cosquilleo recorrerme mientras me acercaba otro paso. Me solté el cabello lentamente, sacudiendo mi cabeza para que mi melena cayera con gracia sobre mis hombros. El movimiento fue casi coreografiado, y supe que él estaba prestando atención a cada detalle, a cada gesto. El aire en la habitación parecía más denso, como si el ambiente nos envolviera en una burbuja aislada de todo lo demás.
Pues ya sabes, le dije con un susurro que casi podría pasar desapercibido, cuando quieras, conoces bien dónde está mi jaula. Cuando te atrevas, estaré como una ovejita lista y esperando. Justo en ese instante, el grito de mi madre rompió el hechizo que nos envolvía.
Mi Madre interrumpe lo que mi Padrastro y Yo hablamos.
Pues ya sabes, le dije con un susurro que casi podría pasar desapercibido, cuando quieras, conoces bien dónde está mi jaula. Cuando te atrevas, estaré como una ovejita lista y esperando. Justo en ese instante, el grito de mi madre rompió el hechizo que nos envolvía.
Mi nombre resonó con fuerza desde su habitación, y la tensión se esfumó de golpe, como si hubieran abierto una ventana dejado entrar una ráfaga de aire frío. ¡Oye!, ¿Pero tú no tienes un poco de pena o vergüenza?, vociferó mi madre mientras se acercaba. ¿Quién te dio permiso a ti de quedarte fuera de la casa toda la noche? Pude escuchar sus pasos rápidos y firmes, y su tono claramente enfadado me hizo rodar los ojos con exasperación. Mi madre entró a la sala, con su cabello desordenado y la bata mal ajustada, signos claros de haber dormido mal. Me cruzó con una mirada de reproche mientras se apoyaba en el umbral de la puerta.
Mira, son las siete de la mañana, y apenas pude pegar los ojos. Estuve llamando a tu teléfono, y ni te molestaste en contestar. Llamé a todas tus amigas y ninguna me dio razón de ti. Suspiré, intentando mantener la calma, pero el cansancio y la adrenalina aún latentes en mi cuerpo, hicieron que mis palabras salieran más frías de lo que pretendía.
Ay Mamá, lamento no haberte llamado, dije mientras me ponía los zapatos para evitar el frío del suelo bajo mis pies, pero no pasa nada. Solo me quedé en una fiesta con unos amigos nuevos, y no me di cuenta del tiempo. Estoy aquí, o no; además sin ningún rasguño, así que no hagas de esto una tragedia mamá. El silencio volvió a caer entre nosotras mientras yo me daba la vuelta, lista para retirarme a mi habitación. Pero no antes de lanzarle una última mirada a mi Padrastro, que aún seguía de pie, observando todo con una expresión inescrutable. Mis ojos se cruzaron con los suyos una vez más, y en ese breve segundo, supe que la conversación que habíamos dejado a medias pronto seguiría.