Mi Padrino estaba mirando a través de las ventanas de la casa. Me pareció raro el que no haya tocado el timbre de la puerta. Yo tenía apenas un par de minutos de haber entrado a la casa. Y como sé que mi madre y mi padre no están a esa hora por trabajo, no me preocupe de llamar a nadie. Me escondí un poco para que mi Padrino no me viera a través de las ventanas, para ver que se traía.
En eso vi que se paró y tomó su teléfono y marcó. Escuché que el teléfono de la casa sonó fuerte, y entendí que estaba llamando a la casa. Cómo nadie se acercó a contestar, colgó y volvió nuevamente a marcar otro número. Entonces escuché el timbre de un teléfono proveniente del segundo nivel de la casa. Entonces me puse detrás de la puerta de la cocina, y desde allí vi cuándo mi madre bajaba las escaleras.
Vi como mi madre bajaba a encontrarse con mi Padrino
El corazón me latía con fuerza, tanto que temí que su estruendo se escuchara desde la cocina. Mi respiración era leve, casi inexistente, mientras intentaba procesar lo que estaba ocurriendo ante mis ojos. No podía creerlo, mi madre tan pulcra y correcta, envuelta en una escena que jamás imaginé. Me aferré al marco de la puerta, sintiendo el frío de la madera bajo mis dedos, mientras los segundos parecían estirarse, casi congelándose.
Había algo surreal en todo lo que veía. El camisón de mi madre ondeaba ligeramente con su caminar, como si el tejido, vaporoso y traslúcido, fuera parte de un sueño irreal. Apenas cubría lo suficiente para que pudiera reconocerla como la misma mujer, que por la mañana había salido de casa impecablemente vestida, lista para ir al trabajo. Ahora frente a mis ojos, parecía otra persona. Una versión de ella que no conocía, una que nunca había mostrado.
Mi padrino alto y robusto, entró con una seguridad que me estremeció. La forma en que la miraba, como si fuera lo único en su universo, me dejó paralizada. ¿Desde cuándo estaba ocurriendo esto? ¿Cómo es que nadie en casa había notado nada? Sus palabras, aunque susurradas, resonaron en mi mente. Y «La llave que te di cariño, le dijo mi madre a mi Padrino…»
Mi mamá me dejó asombrada con lo que hizo
Me quedé helada, comprendiendo que esto no era la primera vez. Había una historia, un vínculo entre ellos que se había tejido en secreto, a espaldas de todos, incluso de mi padre. «Así quería yo esto, tanto que me lo he imaginado», dijo mi padrino mientras la envolvía en sus brazos. Su voz era suave, casi cariñosa, y sin embargo había una intensidad en sus palabras que me estremeció. ¿Cuánto tiempo llevaban ocultando esta relación, que ahora en pleno día se desbordaba sin pudor en nuestra propia casa?
Observé cómo la cargaba con una facilidad impresionante, como si el peso de mi madre no fuera más que un suspiro entre sus brazos. Sus músculos se tensaban ligeramente bajo la camisa, que marcaba su figura atlética. Era imposible no notar la atracción física que él irradiaba, la manera en que su porte emanaba control y fuerza.
Pero lo que más me perturbaba era cómo mi madre se entregaba sin resistencia, como si ese fuera su lugar, como si hubiera estado esperando ese momento. Cerré los ojos por un instante, intentando calmar el torbellino de pensamientos que se agolpaban en mi mente. Pero las imágenes seguían allí, persistentes, grabadas en mis párpados como un tatuaje indeleble.
El beso que se habían dado no era uno cualquiera. Había una urgencia, un deseo contenido por mucho tiempo que ahora explotaba frente a mí.
vi como mi mamá y mi padrino en esto.
¿Qué debía hacer?, ¿Confrontarlos?, o ¿Salir corriendo de la casa? Mi mente se debatía entre la incredulidad y el enojo. Una parte de mí quería irrumpir, exigir respuestas, pero la otra, más joven y asustada, me imploraba que no lo hiciera, que me mantuviera oculta. Las consecuencias de lo que acababa de descubrir serían devastadoras para nuestra familia. ¿Cómo iba a volver a mirar a mi madre a los ojos sabiendo lo que había presenciado?
Los vi desaparecer al subir las escaleras, y el eco de sus pasos resonaba con una tranquilidad que me parecía inverosímil. Ellos seguían su camino como si todo estuviera en orden, como si yo no existiera, como si no importara el dolor que esto podría causar. ¿Dónde estaba mi padre?, ¿Cuántas veces había ocurrido esto sin que él sospechara?
Me dirigí al dispensador de agua pura y me serví en un vaso, sintiendo el líquido frío recorrer mi garganta. Cada sorbo parecía más amargo que el anterior, como si el agua se mezclara con el nudo que tenía en el estómago.
decidí ver lo que mi padrino hacía con mi mamá
Dejé el vaso sobre la mesa, y el tintineo del cristal resonaba en la cocina vacía, y me quité los zapatos con movimientos lentos y calculados. No quería hacer ruido, no quería alertar a nadie de lo que estaba a punto de hacer. Mi corazón latía con fuerza, un tamborileo constante que amenazaba con delatarme.
Las escaleras que llevaban a la habitación de mi madre parecían interminables. «Esto no puede ser cierto,» pensé mientras sacudía la cabeza, tratando de ahuyentar los pensamientos que se agolpaban en mi mente. ¿Mi madre y mi padrino? La imagen de mi padre se coló entre las sombras de mi mente, su rostro siempre tan sereno, tan confiado. ¿Cómo era posible que no supiera nada?, ¿O lo sabía y simplemente lo ignoraba?
Cada paso era un desafío, mis pies descalzos se hundían en la alfombra, pero aun así sentía que el sonido de mi respiración podría traicionarme. A mitad de las escaleras empecé a sudar, pequeñas gotas perlaban mi frente, deslizándose lentamente hacia mis sienes. Mi piel estaba fría, y a pesar de todo, seguí adelante, empujada por una mezcla de curiosidad y horror.